SÓLO, NUESTRA TRADICIÓN.
La combinación perfecta entre la raza y el entorno lo hacen único.
La raza.
El origen mediterráneo del cerdo ibérico, su alimentación y las privilegiadas condiciones de las dehesas le otorgan unas características muy especiales.
Estos animales de linaje 100% ibérico crecen en libertad y se alimentan de hierbas, hongos y bellotas.
Lo distinguirá de otras especies por su pelaje escaso, oscuro o retinto, sus patas de caña fina y pezuña generalmente negra, su hocico alargado y sus orejas caídas. Pero lo que realmente lo diferencia es una característica fisiológica única. Sus músculos se dejan entreverar por «filones de grasa» que definen sus características organolépticas únicas.
El sabor de la buena alimentación.
Los cuidamos y mimamos a cada uno desde su nacimiento.
Muchos factores influyen en el resultado final de un buen ibérico. Cada uno de nuestros cerdos ha sido mimado desde su nacimiento. Tras la época de recría, alimentamos a nuestros ejemplares hasta que alcanzan el peso adecuado.
Es entonces cuando pastan en las dehesas, en donde disfrutan de una vida en libertad, alimentándose de bellotas, hierbas, semillas…
El ejercicio al aire libre de la sierra hace el resto aportando a sus carnes un equilibrio perfecto.
Nuestra tradición artesanal.
Tradición y vanguardia acompañan todo el proceso de elaboración.
Seleccionadas una a una. El proceso de reposo comienza con la salazón; en ella jamones y paletas son apilados entre capas de sal marina gruesa. Posteriormente son lavados y alimonados, antes de pasar a los secaderos naturales.
Finalizado el secado y asegurada su conservación, completan el ciclo de maduración en nuestras bodegas ubicadas en Jabugo. Cuidar al máximo todos los detalles del proceso es la clave de nuestra calidad.